La movilidad articular es la capacidad para mover una articulación en una determinada dirección a través de su rango de movimiento (ROM). Se mide en grados y sus límites son las estructuras óseas o cartilaginosas, la fascia o bien la propia masa corporal.

La movilidad articular, la fuerza, la resistencia y la velocidad son las capacidades físicas básicas que determinan el rendimiento del atleta.

Es tan importante como la nutrición y el entrenamiento pero a menudo olvidada por muchos entrenadores y atletas que, de forma errónea, fortalecen determinadas zonas del cuerpo con ejercicios específicos pero no mejoran la posición con ejercicios de movilidad. Por ejemplo, para recuperarnos de una lesión de hombro en el manguito rotador y prevenirla en el futuro pasamos mucho tiempo fortaleciendo el manguito rotador pero no movilizando la articulación del hombro. La mayoría de lesiones en el hombro no ocurren por debilidad del manguito rotador sino por una posición de la escápula incorrecta.

La movilidad permite acondicionar las cadenas musculares y las articulaciones para soportar grandes cargas de fuerza y movimientos potentes o repetitivos reduciendo el riesgo de lesión. Una buena movilidad no es incompatible con una buena estabilidad articular ni con la fuerza muscular.

La movilidad articular permite que el sistema músculo-esquelético funcione del modo para el que ha sido diseñado.

El beneficio real de la movilidad es la ventaja mecánica más allá de la prevención o rehabilitación de lesiones. Una postura ideal, optimiza el desarrollo y aplicación de potencia física. Cuando un atleta no trabaja la movilidad articular en su entrenamiento, no puede maximizar su rendimiento deportivo. Por norma general, la movilidad articular del atleta suele estar por debajo de la movilidad fisiológica óptima.

Durante décadas se ha asociado la mejora de la movilidad articular al entrenamiento de la flexibilidad mediante ejercicios de estiramiento pasivos. Sin embargo, debido a la Biomecánica, sabemos que los músculos son viscoelásticos (vuelven a su posición original después de ser estirados) y que no saben estirarse (la única función que el sistema nervioso puede enviar a un músculo es que se contraiga). Cuando se estira un músculo es porque una fuerza externa lo estira o porque cuando un músculo se contrae, estira los músculos que están al otro lado del eje. Del mismo modo, cuando se estira un grupo muscular hay otros que se están acortando.

¿Entonces, cómo se puede mejorar la movilidad articular?

En primer lugar hay que destacar que la movilidad articular depende fundamentalmente de tres factores: la estructura del aparato locomotor, la fuerza muscular y la fascia. Como la estructura ósea no se puede modificar, el entrenamiento de la movilidad se centrará en el trabajo de fuerza de los músculos (que son los encargados de controlar y mover las articulaciones) y el mantenimiento de la fascia.

El objetivo es corregir los desequilibrios musculares y fasciales para mejorar la función muscular y eliminar cualquier posible dolencia o incapacidad. Cuando la fascia se encuentra en perfecto estado y los músculos son capaces de contraerse en su rango de movimiento contráctil, la movilidad articular mejora.

Hay que tener en cuenta que la movilidad articular mejora cuando se realiza un ejercicio en el rango de movimiento completo y cuando hay resistencia en los límites de la posición de estiramiento del músculo. Siempre con control activo, de forma consciente en la parte concéntrica (cuando vences la resistencia) y frenando la resistencia (trabajo excéntrico) hasta el máximo rango posible sin comprometer la articulación en ningún momento.

El ejercicio de fuerza que involucre «estiramiento» mejorará la movilidad articular. El ejercicio que no involucre «estiramiento» no mejorará (o mantendrá) la movilidad articular.

De aquí la importancia de realizar un ejercicio hasta el final del rango de movimiento.

¿Por qué la movilidad articular es tan importante?

Cuando una articulación no alcanza el mayor rango de movimiento durante bastante tiempo el cuerpo se adapta perdiendo movilidad. Por ello, es aconsejable la educación regular de la movilidad durante la infancia y el entrenamiento durante la tercera edad.

Para ejecutar un movimiento funcional con la técnica correcta se requiere una movilidad adecuada.

Con la movilidad adecuada en las articulaciones se disminuye drásticamente el riesgo de lesiones. La mayoría de las lesiones se producen porque hacemos movimientos bruscos a lo largo de las articulaciones de manera incorrecta debido a la falta de movilidad articular.