Levanta una pierna lo más alto que puedas. Ese es tu rango de movimiento activo, el rango donde tienes control motor y puedes generar fuerza. Ahora, sube la pierna hacia arriba con la ayuda de tus manos. Ese es tu rango de movimiento pasivo o podríamos decir tu movilidad. El rango al que tu cuerpo puede acceder pero no puede controlar sin una ayuda externa. A continuación, suelta las manos y observa cómo cae tu pierna. Todos tenemos alguna diferencia entre los dos. Lo ideal es que no sea mayor de 15 grados.

El objetivo del entrenamiento de la movilidad articular es aumentar y controlar los rangos de movimiento activos. No sólo mejorar el control motor, hay que conseguir rangos de movimientos que no alcanzas desde que eras un niño. El cambio lleva tiempo.

Un buen entrenamiento de movilidad articular permite enviar señales más claras a tus receptores neurológicos sobre lo que quieres lograr.

Eres lo que literalmente haces.