Desde el punto de vista de la disfunción motriz, más del 90% de las lesiones producidas en cualquier atleta ocurren de modo general por dos circunstancias:

  • Los movimientos del atleta son disfuncionales y pobres mecánicamente.
  • El atleta no tiene el rango de movimiento para adoptar las posiciones correctas de un movimiento eficiente.

La primera es un problema de control motor, mientras que la segunda es un problema de movilidad.

Normalmente, los tejidos que controlan el movimiento y la estabilidad de las articulaciones no están lo suficientemente desarrollados en cuanto a niveles de tonificación y movilidad se refiere. Además, se encuentran influenciados por las fuerzas y tensiones que actúan sobre ellos, lo que produce un dolor músculo-esquelético o una alteración del movimiento. Por ello, es básico corregir los patrones de movimiento erróneos y evitar cualquier adaptación del tejido músculo-esquelético.

La postura es la base de cualquier patrón de movimiento. No es posible ejecutar un movimiento con la técnica adecuada cuando se parte de una postura incorrecta. Como con cualquier otro sistema mecánico, la alineación de las diferentes partes del cuerpo es básica. La alineación ideal facilita un movimiento óptimo y reduce el número de lesiones. Es preciso corregirla antes de iniciar el movimiento para poder mantenerla. La función muscular óptima, produce y mantiene una alineación correcta en las posturas estáticas, como estar sentado o de pié.

Los seres humanos presentan un patrón característico para cada movimiento, pero estos patrones se observan exagerados en los atletas con dolor músculo-esquelético. El mantenimiento o recuperación del control motor es la clave para prevenir o eliminar el dolor músculo-esquelético. La mayoría de problemas se producen porque los patrones de movimiento se encontraban alterados antes de que el movimiento articular resultara doloroso o se encontrara restringido.

La movilidad articular restringida se considera más una consecuencia que una causa de los problemas de movimiento.

La función óptima del movimiento se conserva cuando hay regularidad y variedad en la dirección del movimiento de las distintas articulaciones.

Por ejemplo, no hay que mantener la misma postura durante más de una hora. Permanecer veinte minutos en una posición de flexión permanente puede deformar los tejidos blandos, siendo necesario el doble de tiempo para recuperarlos. Estirar apenas unos minutos produce una deformación temporal de los tejidos blandos, pero una sesión de estiramiento larga puede ser un estímulo suficiente para una adaptación de los tejidos blandos a largo plazo.

La identificación de alteraciones y su corrección antes de que sean sintomáticas se lleva a cabo mediante los movimientos funcionales. Es más importante observar las actividades funcionales que causan dolor, que el desarrollo de un programa de rehabilitación. La clave para prevenir lesiones es la identificación de todas las alteraciones que participan en un movimiento concreto.

¿De qué forma los movimientos repetitivos y las posturas mantenidas producen cambios en el tejido?

Una de las características principales del sistema muscular es su rápida adaptación a las demandas a las que se ve sometido. Las actividades diarias pueden modificar la fuerza y longitud musculares, lo que modifica la participación relativa de músculos agonistas y antagonistas y, finalmente, el patrón de movimiento.

Por ejemplo, los corredores de fondo desarrollan debilidad de los músculos psoasilíaco y glúteo mayor. Por el contrario, los músculos tensor de la fascia lata, recto femoral e isquiotibiales suelen reforzarse y ser más dominantes lo que puede provocar tensión de los isquiotibiales y dolor de cadera.

Cuando del conjunto de músculos que realizan un movimiento, uno es dominante, se altera la precisión del movimiento articular.

Resumiendo, el cuerpo humano se adapta a los estímulos que recibe. Cuando un movimiento se realiza de manera incorrecta, se rompen las leyes de la mecánica, disminuyendo la fuerza y aumentando el riesgo de lesión. Sin embargo, cuando el fallo en el movimiento no es debido al control motor, hay que abordar las restricciones en la movilidad que impiden mantener una buena posición. No sólo eso, hay que realizar un mantenimiento básico del cuerpo realizando ejercicios de movilidad para mejorar la  adaptación de los músculos al entrenamiento y evitar hábitos tóxicos como sentarse.