Para mejorar la movilidad y aumentar el rango de movimiento nos basamos en tres principios básicos:

1. Movilizar las dos partes del eje. Cuando queremos movilizar una articulación, lo normal es trabajar una parte del eje pero la restricción puede estar originada por la tensión en la otra parte del eje. Por ejemplo, en la flexión de cadera: lo que hacemos es estirar los isquiotibiales aunque los tejidos tensos son cualquiera de la cadena posterior (planta del pie, tendón de Aquiles, gemelos, isquiotibiales, gluteos, lumbar o dorsal). En la mayoría de la ocasiones la tensión se encuentra en la cadena anterior. La tensión en los flexores de la cadera (psoas y cuadriceps) genera un tope mecánico que reduce la movilidad y el movimiento. Hay que trabajar la parte anterior y posterior de la articulación.

2. Entrenar la fuerza en el rango de movimiento completo. Además de trabajar la movilidad hay que entrenar la fuerza para que la articulación sea estable en cualquier rango de movimiento.

3. Trabajar el sistema nervioso. Los músculos son los que mueven las articulaciones pero el sistema nervioso es el que dirige y controla la contracción muscular. Los tejidos corporales (tendones, músculos, ligamentos) pueden elongarse el doble de su longitud natural pero, el sistema nervioso es el que pone los límites mecánicos. Por ejemplo, es posible abducir la pierna 90º pero no las dos a la vez. El sistema nervioso es el que impide el movimiento por precaución. Por ello, hay que entrenar de manera progresiva al sistema nervioso para que se encuentre cómodo en cualquier rango de movimiento.